Solidaridad fundamentada en finanzas, el ABC de actividad aseguradora

Rafael Rebollar, fundador y country manager de la insurtech E-Brocking, conductor del programa de televisión Seguros en Imagen y ex CMO de MAPFRE México.

por Rafael Rebollar

La desgracia súbita del prójimo grita en silencio por sensibilizar a otros… y uno de los valores humanos más primitivos y primarios es la solidaridad. A la solidaridad fundamentada en las bases de las finanzas se le llama hoy “SEGUROS”, ya que mediante la colecta de dinero de muchos, se pretende atender la desgracia de unos pocos que sufran un imprevisto.

Esto es el ABC de la actividad aseguradora, un tema que no suele ser, ni muy sexy ni muy agradable de tratar en el día a día en nuestra sociedad. A ninguno nos gusta pensar en las desgracias, en los imprevistos, en las catástrofes, en la muerte. Quizás por “mal agüero”, quizás por sentirnos “blindados” o simplemente por querer tapar posibles eventos desafortunados que pueden amenazar la estabilidad de nuestra economía. Pero la realidad es que no estamos exentos de los imprevistos en todos los terrenos de nuestra vida… es más, el único riesgo (que al final más que riesgo es una eventualidad) que todos deberemos de afrontar, es la muerte. Y en este caso la aleatoriedad solo juega en el tiempo, si llegará dentro de un periodo muy largo o muy corto. Pero aun así todos vamos para allá… y muy pocos nos preparamos para dejar en nuestra ausencia un apoyo económico a nuestros seres queridos. Los riesgos son tan naturales como la vida misma, y los desequilibrios financieros, producto de los mismos, estarán siempre presentes.

Yo, después de mucho sacrificio, conseguí comprarme un coche, que se lo pueden robar, que se puede dañar por un choque, que puede causar daños a terceros en sus bienes o personas, que puede lastimar a ocupantes, que se me puede descomponer, que me puede meter en un problema legal, etc. Lo mismo puede pasar en el lugar donde normalmente concentramos buena parte de nuestro patrimonio, en nuestro hogar, o en nuestro negocio. Y ni qué decir con el daño económico, además del emocional, que nos puede causar una enfermedad grave, como es el caso del COVID-19, que nos ha tenido tan alertas. Una enfermedad grave puede quebrar a la familia entera.

Al final, los riesgos no los podemos ignorar, y existen diferentes formas de atenderlos. La prevención puede ser una herramienta, pero que al final quizás solo puede aminorar la probabilidad de que se presenten o la intensidad de los eventos. Podemos ahorrar para atender estos desequilibrios, pero probablemente el ahorro puede no ser suficiente, podemos simplemente con conciencia asumir las consecuencias, y en su caso buscar soluciones para financiar las eventualidades, con apoyo de la familia o amigos, préstamos personales o hasta vender patrimonio para poder atenderlos. Sin embargo, la manera más sana de atenderlos es mediante la figura del seguro, con la conciencia de que los riesgos cuestan y para cada uno, a manera de “ahorro” programar pagos fijos recurrentes para atender eventos súbitos aleatorios que amenacen nuestra estabilidad financiera.

Desde una pandemia o un terremoto, pero hasta necesitar una grúa o un plomero en casa que nos atienda una emergencia, los seguros están diseñados para equilibrar nuestra economía y atender emergencias que nos llegan en momentos inciertos.

Se dice que nacieron en la época de los fenicios,  que principalmente comenzaron a atender los riesgos de navegación entre diferentes propietarios de embarcaciones para atender las desgracias de aquellos barcos que se hundían. Pero hoy, bajo la técnica actuarial y las herramientas tecnológicas, proyectando la probabilidad de ocurrencia de un siniestro, y los costos que estos puedan representar, es que se calculan las primas necesarias a recaudar y hacer frente a los siniestros. Al final sigue siendo el principio primario de la solidaridad.

Los riesgos no se tapan, y queramos o no, allí estarán aunque no queramos hablar de ellos. De alguna u otra forma nos tocará afrontarlos, así que hay que comenzar por desarrollar la conciencia de que los eventos súbitos, fortuitos y que pueden amenazar nuestra estabilidad económica existen. Y que hay mecanismos basados en la solidaridad con el soporte técnico financiero que nos pueden ayudar a tener más estabilidad.

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