Los seguros obligatorios reducirán la precariedad en América Latina

Por Walter Stange, Managing Partner de ARS Advanced Risk Solutions.-

por Walter Stange

Debido a la precaria situación en la que se encuentra la sociedad latinoamericana, el seguro se convierte en una herramienta que toma cada vez más relevancia, y para lograrlo se debe tener la misma madurez y voluntad política, que se tiene, por ejemplo, en Europa.

Observemos lo sucedido con el reciente terremoto en Turquía, donde la pérdida económica equivale a 9 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) del país. Si nos trasladamos a nuestro continente, es posible que en cualquier momento registremos un evento catastrófico de entre 5 y 9 por ciento del PIB de nuestra región.

Para evitar el empeoramiento de la situación social, los gobiernos y congresos deben plantear un seguro obligatorio de eventos catastróficos. Hablamos de límites de 10,000 a 50,000 dólares, que en su momento son de tremenda ayuda.

Por si fuera poco, es hora de introducir la póliza de Responsabilidad Civil Obligatorio de Autos, con coberturas de 100,000 dólares. Así, el patrimonio más importante de los latinoamericanos quedará protegido en caso de un accidente causado por terceros.

Al ser obligatorio, las primas se reducen drásticamente y el beneficio es magnífico para la sociedad. Y más, ahora que la gente está en situación vulnerable, asegurar su poco patrimonio es indispensable para ellos y la sociedad (los estados harían bien asegurando sus infraestructuras públicas).

Vistazo al pasado reciente

Para hablar en un contexto macro del posible desempeño del sector asegurador latinoamericano en el corto plazo, primero que nada, hay que analizar las diferentes macroeconomías que hoy en día son similares.

En la década de 2010, el volumen de inversión directa extranjera en Latinoamérica fue el equivalente a un 3 por ciento anual del PIB; una cifra extraordinaria e histórica. Además, el precio de los minerales alcanzó niveles históricos gracias a China.

Esta excepción macroeconómica cubrió no sólo los errores políticos del primer mandato de Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil; sino también de Alan García en Perú y de muchos otros gobiernos.

En este sentido, estos últimos perdieron una magnífica oportunidad para generar un efecto multiplicador económico que pudo haber dejado al continente en una situación sólida y de bienestar para la población.

Lamentablemente, ese volumen de inversión extranjera no va a regresar en las siguientes décadas. Hoy muchos millones de habitantes han regresado a la pobreza y hay una clase media golpeada y sobreendeudada (tasas de interés de tarjetas de crédito a un 70 por ciento y más, son condenas a la pobreza) y con muy pocos ahorros disponibles (casi sin AFP/Afores debido a la pandemia).

Se podría atraer más inversión extranjera; sin embargo, los gobiernos populares no ponen de su parte ni ayudan a dar confianza. En México, una de las pocas excepciones es la inversión de Tesla, cuya planta se ubicará en el norte del país.

Posiblemente, los sectores no formales seguirán pujantes, debido a recursos de la minería ilegal y narcotráfico, entre otros. Pero el sector formal quedará golpeado debido a la falta de liderazgo político. En resumen, la suma de estos factores tendrá un efecto negativo en la industria aseguradora.

 

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