Han pasado ya casi tres años del inicio de la pandemia por Covid-19, y aunque parece tan lejano, sus estragos aún pueden verse reflejados en el panorama económico del mundo y la inestabilidad financiera de diversos sectores y empresas.
Tan sólo en México, se estima que a raíz de esta emergencia de salud, el 87% de las empresas ha tenido afectaciones, y se calcula que los ingresos de 9 de cada 10 compañías han disminuido hasta 50 por ciento, lo cual impacta en su crecimiento y sostenibilidad.
Lo cierto es que en nuestro país y en Latinoamérica, la cultura de la prevención y del seguro está llena de grandes oportunidades.
Si nos referimos al sector de seguro de Crédito en particular, en México la penetración aún es modesta; el valor total de las primas es de aproximadamente 1,300 millones de pesos, lo que representa apenas un 0.064% respecto al PIB, mientras que en países como Chile es de 3.36%, en Ecuador 1.19% y Colombia 1.11%. El promedio en Latinoamérica es de 0.089 %.
De acuerdo con cifras de la Asociación Latinoamericana de Seguros de Crédito (ALASECE), si bien durante los últimos diez años el crecimiento del seguro de Crédito ha presentado altibajos, de 2012 a 2021 las primas de este ramo en la región crecieron 49.2%, al pasar de 291.3 millones de dólares a 434.8 millones de dólares.
Seguir impulsando la utilización de esta herramienta, como apoyo al crecimiento rentable y seguro de las empresas es un tema prioritario para la región.
Este tipo de póliza además de proteger las cuentas por cobrar de las empresas; también brinda beneficios como la gestión de cobranza, monitoreo de los clientes actuales y futuros de los asegurados, así como el acompañamiento en la internacionalización, si se desea exportar.
Sin embargo, desafortunadamente, pocas veces se piensa que entre los riesgos que impedirían lograr el cumplimiento de las metas y objetivos de una empresa, se encuentra el impago de los clientes. Un factor trascendental si consideramos que las cuentas por cobrar llegan a representar hasta 40% de los activos de algunas compañías.
¿Cómo pueden protegerse las compañías contra las insolvencias de sus clientes? Sin duda, es necesario contar con estrategias de negocio que permitan prevenir los riesgos y que impulsen el uso de herramientas financieras, una de ellas es el seguro de crédito.
¿De dónde surge el seguro de crédito?
Tiene sus orígenes en el siglo XVI, cuando se registró el primer antecedente y apareció la figura del “seguro subsidiario” y surge poco tiempo después del seguro marítimo.
Años más tarde, en 1766, los profesores Wurms y Buchs, notaron los problemas de los comerciantes marítimos. Bajo este contexto diseñaron un mecanismo de protección para compensar las pérdidas por la insolvencia de los deudores.
Pero fue hasta 1820 cuando nació The British Commercial Insurance, la primera compañía en el mundo especializada en seguros de crédito.
Como vemos este seguro ha ido evolucionando, y adaptándose a las circunstancias para ayudar a las compañías en su crecimiento, y continuidad de negocio. De hecho, hasta hace algunos años su foco de protección era sólo a medianas y grandes empresas, sin embargo, hoy ya se cuenta con pólizas diseñadas a la medida para las pequeñas y medianas empresas (Pymes).
Sin duda, la protección que da un instrumento financiero para blindar las cuentas por cobrar tiene más sentido que nunca, ya que ante el panorama económico complejo que vislumbra este 2023, capitalizar a las empresas de todos los tamaños no sólo ayudará a las compañías mismas, sino a la resiliencia económica del país y de la región.
La fotografía es cortesía de la empresa Solunion.